Hoy, Miércoles de Ceniza, tradicionalmente se celebra el llamado Entierro de la sardina, cosa que siempre me ha parecido una contradicción. En todo caso, habría que enterrar la comida grasa, las carnes y no el pescado, justamente cuando empieza la época de ayuno y abstinencia. La cosa, no obstante, parece que tenga su explicación. Antiguamente, en el comienzo de la Cuaresma la costumbre era enterrar una sardina, entendiendo por esta no el pescado, sino el costillar de cerdo, que recibe el mismo nombre. Entonces, la contradicción se disuelve.

También se dice que en la época de Carlos III el rey quiso implantar la tradición de dar de comer sardina a los pobres para recordar la entrada de la Cuaresma; pero aquel Miércoles de Ceniza el sol calentó tanto que las sardinas se echaron a perder, el olor era insoportable y no hubo más remedio que enterrarlas en las inmediaciones de la Casa de Campo con gran jolgorio del público allí reunido. De este hecho, parece ser, arrancó tan original costumbre. Luego vinieron las comparsas con las viudas, el monaguillo, el diablo y el lamento por la muerte de la sardina.

En la Comunitat la celebración de les Carnestoltes solía comenzar el día de Sant Antoni. En la provincia, hay casos tan representativos como Vinaròs, el Grao, Alcalà, etc. Y, la fiesta, convertida en espectáculo, conlleva una buena dosis de exceso, inversión del orden social, etc. H