Como el lector habrá adivinado, el título corresponde a la obra del escritor del siglo XVIII José Cadalso, cuyas sentencias sonrojan a uno. Es una obra satírica «en obsequio de los que pretenden saber mucho estudiando poco», quienes aparentan gran cultura y solo tienen culturilla. Son eruditos a la violeta. Y lo de «violeta» alude al perfume de esta flor preferido por los jóvenes de la época. El autor ofrece un «curso completo de todas las ciencias» en siete lecciones. Uno acaba de leer el título y le entran ganas de no seguir escribiendo. Quizá fuera lo mejor. Pero uno tampoco tiene la intención de sentar cátedra, sino de escribir humildemente y entretener, si es el caso, a los lectores.

Casi paralelamente al recuerdo de esta obra leo una oferta sobre el oficio de escritor; es un anuncio sobre cómo contar una historia, cómo publicar y cómo aplicar el márketing a la supuesta producción. Naturalmente, previo pago. De la eficacia no tengo ni idea, aunque escribir para vivir resulta, sin duda, más difícil que vivir para escribir. O, lo que es lo mismo, vivir la literatura no es lo mismo que vivir de la literatura. Sin embargo, actualmente se experimenta un alza en el número de escritores, aquí y fuera: algunos, «a la violeta»; otros, buenos y muy buenos. Bienvenidos. ¡Pero con lo difícil que resulta escribir… bien! Apliquémonos el cuento. Perdón, lector paciente.

*Profesor