Se parecen y confunden, son intensos, únicos y maravillosos. Pero no son lo mismo. Estar enamorado es una primera etapa. Sientes mariposas en el estómago, euforia, una fuerte atracción, el otro es ideal y crees que perfecto, tu cerebro segrega dopamina y te hace feliz. Es irracional, fácil, superficial, prima el deseo sexual, tus sensaciones. Se basa en emociones, no ves ningún problema, todo es positivo. Es presente, frágil ante los problemas, fantasioso. Cuando pasa se olvida. La realidad es que eso se acaba, es temporal, lo cual es unanimamente aceptado por los profesionales. Y si todo va bien da lugar al amor verdadero que a veces se solapa y si no, al desamor y la ruptura.

El amor es otra cosa, puede durar toda la vida estable, intenso, más difícil, profundo, racional y comprometido, sabes que el otro tiene defectos y los aceptas. Supone futuro, un proyecto de vida y en su caso de familia en común. Existe el deseo sexual, pero también la confortabilidad del abrazo, el roce, el contacto emocional. Se basa en pensamientos, los sentimientos van y vienen. Surgen las dificultades de la cotidianidad, que se superan, hay cosas negativas pero muchas más positivas. A veces lo descuidas y no lo recuerdas hasta que la vida te obliga y si lo pierdes, nunca lo olvidas, siempre lo tienes en la mente como un recuerdo que emociona.

Una relación amorosa se define por tres componentes: intimidad, pasión y compromiso de futuro, varían en intensidad y evolucionan a lo largo de la vida en común, no es lo mismo en la juventud, que en la madurez o la vejez. El amor es mas siempre. H