Sus más altas cotas se han alcanzado estas navidades, con la actitud de algunos de los munícipes españoles a los que les gusta la fiesta pero no las navidades. Su sectarismo o ignorancia les nubla el sentido sobre lo que son estas fiestas, la cultura judeo cristiana que nos conforma desde hace 2.000 años y las tradiciones que desde siempre hemos tenido.

Lo peor es que manipulan, confunden y utilizan torticeramente a los niños. Ellos son los más necesitados de protección y no se puede matar su fantasía. Todo esto a cuento de una Navidad en la que nació Jesús y fue adorado por los Reyes Magos, lo que se representa por belenes y cabalgatas. Los primeros se han marginado, si no suprimido; y los segundos se han transformado en una ópera bufa. Ofensa tras ofensa que estos valientes no se atreverían a cometer con otras religiones, como la musulmana, pero que con los católicos sale barato. Se paga con dinero público, el que sobra de colocar parientes y darles subvenciones. El colmo fue la cosa que se hizo en Valencia con las tres reinas magas republicanas, ¿cómo se come eso? Parecían alegres camareras del far west o del Oktoberfest, si no brujas. Y se atrevían a llamarse libertad, igualdad y fraternidad, hermosísimas palabras, aquí menospreciadas. Esta cabalgata-desfile quería rememorar una que se hizo en la guerra, pero olvidaron la esfinge que la presidía, la de Stalin. Libertad sí, respeto también, para todos. H