Nos dicen que la ética y la economía no se pueden mezclar. La ética habla de lo que está bien o mal, la economía del uso eficiente de los recursos. Son los expertos quienes deben decirnos lo que es eficiente o no. El resto a callar. Pero esto es completamente falso. Voy a plantear unas preguntas para que vean que todos sabemos lo que está bien o mal, lo que significa una economía justa.

Según el INE, la población que menos recursos tenía al comenzar la crisis es la que más se ha empobrecido en los últimos cuatro años. Anteayer el CES declaraba que nuestra Comunitat está “al borde” de la exclusión social por su poco y precario empleo y por la desigualdad en la renta. Esta semana este mismo periódico destacaba que mientras crecen el PIB y los principales indicadores económicos, aumenta el riesgo de pobreza y exclusión social. Son 700.000 valencianos los que hoy cobran por debajo del salario mínimo interprofesional y el trabajo precario amenaza al 40% de nuestros trabajadores. Según el informe Foessa, ocho de cada diez niños pobres seguirán siendo pobres de adultos.

No hace falta ser economista o profesor de ética para poner nombre a esta situación. ¿Les parece correcto que paguen la crisis los más pobres? ¿Les parece eficiente que cada vez haya más miseria y sufrimiento? Díganme ahora como llamarían a aquellos gobernantes que quieren continuar por este camino, que se refieren a esta situación como la senda de la recuperación y del progreso económico y social. H