Malo es tener pocas cosas para elegir, pero también lo es el exceso de opciones y el exceso de estímulos. La muerte de la permanencia avanza a pasos agigantados en pos del cambio. Mientras tanto, el exceso de opciones, la sobrecarga de información es abrumadora: asesinatos, violaciones, guerras, corrupciones… llenan páginas, pantallas y voces difíciles de asimilar. Todo ello genera un torbellino mental que acaba engendrando una cierta angustia, como diría Alvin Toffler, generadora de estrés.

Otro autor coetáneo, el físico Alfons Cornellà, ha sugerido un neologismo ante el cúmulo de noticias que uno recibe: la «infoxicación», causante de confusión mental, fatiga, angustia y ansiedad. Uno difícilmente puede estar al día y menos contrastar la información que recibe. No se trata de ser un escéptico general, sino de intentar filtrar la información que, muchas veces, nos ofrecen algunos medios y determinadas personas públicas o privadas.

¿Recuerda el lector la célebre emisión de radio de La Guerra de los Mundos, protagonizada por Orson Welles un 30 de octubre de 1938? Millones de norteamericanos se vieron presa del pánico al creer como verdadera la ficción sobre la invasión hostil de alienígenas de Marte. La falta de información veraz y la dificultad en contrastarla fueron, entre otras, las causas de la histeria provocada.

*Profesor