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La de ayer fue una visita al Fadrí de récord. Y no solo porque la colla El Pixaví haya sido capaz de llegar a la 30ª edición de un acto ya imprescindible en la programación magdalenera, sino también por la altísima participación. Según los cálculos de una organización superada por la respuesta ciudadana, prácticamente 700 castellonenses se acercaron para conocer más de cerca uno de los emblemas de la ciudad.

Por una vez, el Fadrí no hizo honor a su nombre --que se debe a que está solo y separado de la concatedral-- y estuvo bien acompañado. A las 15.45 horas --el inicio de la visita estaba previsto a las 16.00-- comenzó a entrar la gente en la torre, con una cola que daba la vuelta a la Casa Abadía y se adentraba en la calle Colón.

Castellonenses y visitantes entraban en grupos de 30 en el Fadrí, donde hasta ocho miembros de la colla El Pixaví les explicaban los entresijos de este monumento que se comenzó a construir en 1440 y que, tras una larga paralización, fue acabado en 1593. Así lo explicaba a los asistentes, entre otros, José Juan Sidro, uno de los históricos de la colla organizadora. No obstante, hubo algunos profes que se estrenaban, en el día en el que esta puesta en valor del patrimonio municipal cumplía tres décadas. Y es que, según Sidro, la voluntad de la colla es «ir renovando, con miembros del colectivo, las personas que explican los secretos del Fadrí».

Uno de los que participaron durante muchos años en este acto como guía fue Vicent Marzà Duch, padre del actual conseller de Educación, Cultura, Investigación y Deportes. Fruto de su pasión por la cultura local, este maestro y escritor publicó El campanar de Castelló: les campanes del Fadrí, que logró el Premi Ciutat de Castelló d’Humanitats. Aún hoy, esta publicación sigue siendo una de las referencias con las que los voluntarios de El Pixaví realizan sus visitas durante la Magdalena.

Secretos del interior

Y es que las campanas son uno de los elementos más característicos de este edificio gótico de 58 metros y declarado bien de interés cultural. También destacan la cárcel o la vivienda del campanero, aunque lo que más sorprende a quien sube por primera vez es la fantástica panorámica de la ciudad que se ve desde su punto más alto.