El pasado domingo los vecinos de mi barrio, el final de la calle Enmedio, celebraron la fiesta de la Inmaculada Concepción, cuya advocación nominaba la entrada Norte de esta céntrica vía: «El portal de la Purísima».

Esta devoción comenzó a manifestarse en Castelló desde el inicio del Renacimiento. De ello es prueba la imagen relicario que guarece la diminuta imagen de la Mare de Deu Lledó y que sustituyó al ostensorio de plata, que la resguardaba, documentado en el siglo XV.

Como decimos, es a mediados de la centuria siguiente cuando se ubica la minúscula figurita de alabastro en una pequeña hornacina, abierta en el pecho de una escultura de la Virgen María orante, en una referencia a la Purísima, tal y como la concibiera por ejemplo Juan de Juanes en sus pinturas. Esta escultura, atenta a tan precisa iconografía, está documentada en 1546 por el Dr. Sánchez Gozalbo y por mossén Francés Camús (tal vez en una segunda pieza) en 1563 y no hace sino observar la prescripción del Papa Sixto IV que, desde 1483, había extendido la fiesta de la Concepción Inmaculada de María a la Iglesia de Occidente.

Esta disposición se exteriorizó mucho en la plástica, sobre todo a partir de los dictámenes del concilio de Trento, y alcanzaría su culmen en la pintura y escultura del Barroco español y, desde luego, también en la devoción de nuestros paisanos.

*Cronista oficial de Castelló