Por si no tuviéramos bastantes problemas de primera magnitud que no se solucionan y una gestión pública más preocupada de gestos que de efectividad llega la ministra de Igualdad (y vicepresidenta del Gobierno), Carmen Calvo, y dice que «España precisa tener un texto constitucional que nos incluya a las mujeres», como si la Constitución las excluyera. Con ello colabora con toda la ralea de antisistema que quieren cargarse nuestro régimen constitucional. Pero es que además miente. El artículo 14 dice que «los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». Igualdad que mantiene a lo largo de todo el articulado. Habla genéricamente de derechos de «los ciudadanos», «los españoles» y «todos», palabras que integran a hombres y mujeres.

El director de la Real Academia Española de la Lengua, Darío Villanueva, rechaza esa masculinidad y prepara un informe, solicitado por la ministra, donde no habrá sorpresas (salvo asalto político). Y es que la gramática del español, con siglos de historia, tiene dos géneros y, como todas las lenguas románicas, sigue el principio de la economía del lenguaje por lo que el masculino incluye el femenino. La RAE no puede cambiar criterios sólidos por meras contingencias de lo políticamente correcto, teniendo en cuenta que la cuestión afecta a 500 millones de personas. La realidad es que no hay ninguna posibilidad de cambiar nada porque no hay mayorías para ello. La demagogia sale barata.

*Notario