En el mes pasado y en el que estamos, se han visto en Castellón, diversos conciertos de música clásica y en particular lírica, a cargo de cantantes y músicos que, con elogiable generosidad, han dado lo mejor se si mismos a fin de recaudar fondos para obras sociales y filantrópicas.

Los actuantes son, en su mayoría, jóvenes lo cual demuestra dos hechos incontrovertibles. El primero, que sigue habiendo una excelente cantera de devotos de la música clásica la cual, en último extremo, es historia y que, precisamente, por sus valores, no debe perderse. El segundo que los intérpretes tienen una significativa y elogiable generosidad, que dice mucho de su sensibilidad humana. Castellón cuenta con un amplio grupo de cantantes jóvenes, algunos con carreras bien encauzadas, a los que cabe sumar a los solistas instrumentales, que suponen un plantel que nunca antes ha habido en estos lares por cantidad y calidad.

Usando de los escasos recursos canoros que me ha dado Dios y (¡eso sí!) mi impenitente afición, intervine hace algunos años en actuaciones de similar propósito, a fin de obtener recursos para oenegés o colectividades humanitarias. Es por ello que me complace de modo especial, que esté bien viva la generosidad de los jóvenes valores de la música (yo nunca lo fui, joven sí, claro) en beneficio de quieres sufren o tienen escasez de algún tipo. Bien haya por todos ellos y por los artistas plásticos, a los que también hay que añadir a la nómina de altruistas. H