Hace cosa de un año en esta columna, abordé un detalle significativo, aunque poco conocido, del emblemático campanar de Castelló al que la socarronería popular ha bautizado como pixador del Fadrí. Sin duda alguna, la torre guarda en su interior detalles muy reveladores de su función, aunque quien esto escribe nunca los ha podido ver a causa de una pertinaz sensación de vértigo que le ha impedido subir la escalera de caracol. Bueno, en verdad, más que en el subir, el mayor problema está en el bajar, que es cuando se acrecienta el efecto del vahído.

Hoy quiero ocuparme del reloj de sol, o mejor del cuadrante solar, ubicado en la ventana que mira al sur de la vivienda del campanero en la tercera estancia. Es un gnomon de hierro forjado en forma de ángulo recto, con el remate de la parte vertical doblado en ángulo, hacia adentro y con un agujero en esa visera. La perpendicular parte horizontal descansa oblicua sobre el alféizar de la ventana, orientada SE para que la sombra que proyecta sobre la base el tramo enhiesto pueda marcar las horas solares. Este artilugio, posiblemente instalado en tiempos de la construcción de la torre, se conoce como el reloj de sol de las doce. Pese a lo poco espectacular de su apariencia, su función fue muy importante antes de que se inventasen los relojes de mecanismo y aún más: de este tipo solo hay 8 ejemplares en el mundo.

*Cronista oficial de Castelló