La guerra de África que fue citada hace ocho días en esta columna, tuvo mucho que ver con nuestra capital de provincia y ello, precisamente, por la influencia que el general O’Donnell ejerció políticamente en estas tierras como impulsor y valedor del partido Unión Liberal, del que fue cabeza visible local, el asimismo mentado Victorino Fabra a quien se adjudicó el apodo popular de «El tio Pantorrilles», (como el personaje sainetero de Ramón de la Cruz) por su habitual indumentaria de calzón corto y medias blancas.

A esta sazón, la actividad constructora y urbanística tuvo en Castellón, en el año 1860, dos pormenores directamente vinculados con la referida campaña de África que, por autoridad del general Leopoldo O’Donnell, nada menos que presidente del gobierno, se convirtió en un referente patriotero de inflamado entusiasmo nacional. De hecho, el Ayuntamiento de Castellón aprobaría en 1859, la dotación de recursos y pensiones para los soldados hijos de la población, que hubiesen participado en la beligerancia contra Marruecos. Es más, para conmemorar la victoria de las tropas españolas, mandadas por el político y militar tinerfeño, sobre las alauitas en la batalla de Tetuán, se acordó denominar con ese nombre a la antigua plaza del Calvario y para perpetuar el recuerdo de la firma del armisticio de Wad Ras con el sultanato norafricano, se llamó de la Paz a la de los Lavaderos viejos.

O’Donnell no pudo sacarle más provecho a su triunfo bélico, pues al título de Conde de Lucena unió el ducado de Tetuán.

*Cronista oficial de Castellón