Uno está harto de las noticias malas: asesinatos, espectáculos violentos, violencia en general, etc. De los buenos, de las personas buenas, de las cosas buenas, apenas se habla. ¿Es que no las hay? Tal vez si habláramos más de ellas neutralizaríamos un poco el efecto contrario. Todos los días hay médicos que salvan vidas, maestros, servidores públicos, científicos; hay un voluntariado y unas instituciones -religiosas y laicas-- que atienden a los más desfavorecidos. Yo he conocido a muchas de estas personas aquí y fuera de nuestro país. Aventureros de la solidaridad. Gente que lo ha abandonado todo para servir al prójimo. ¿Quién habla de ellas?

A veces, contemplo entrevistas con personajillos populares, eso sí, en los que, por más que me esfuerce, no encuentro la razón de su presencia. ¿Por qué no entrevistan a aquellas personas que trabajan por los demás a cambio de nada, que no cobran por exhibirse, que no se presentan a concurso? ¿Es que la bondad moral no interesa? A estas personas no les gusta la publicidad, es cierto, trabajan en silencio, pero el gran público tendría que conocer y valorar estas acciones, aunque solo sea por el ejemplo que representan. Porque «haberlas, haylas». Y si las conociéramos, estimaríamos más su labor. Decía aquella niña judía, Ana Frank, a pesar de todo creo que la gente es realmente buena en su corazón. Luego fue asesinada.

*Profesor