Hace ahora casi 82 años que Lluís Companys anunciaba desde el balcón del Palacio de la Generalitat y frente a una multitud la proclamación del Estat catalá dentro de la República Federal Española.

Era el 6 de octubre de 1934 y el momento propicio para lanzar un órdago al gobierno de la II República encabezado por Alejandro Lerroux, a quien Companys no dudó en calificar de fascista por incorporar al mismo a tres nuevos ministros pertenecientes a la derecha, CEDA, quienes, por otra parte y tras vencer en las elecciones de 1933, constituían el grupo más numeroso de la cámara. Y era propicio porque España se encontraba en una situación complicada como consecuencia de la huelga general revolucionaria, que supuso en la práctica una insurrección en toda regla.

Como entonces, el actual Govern de Catalunya parece querer aprovechar la situación de debilidad política de un gobierno en funciones y de un escenario político absolutamente incierto para intensificar sus actuaciones encaminadas a la constitución de un estado catalán independiente.

Así, vemos estos días a un exconseller de la Generalitat catalana investigado por desobediencia, prevaricación y malversación acudir a declarar al Tribunal Supremo afirmando que “la sentencia está ya dictada” o que “la fiscalía es el brazo armado del gobierno”, afirmaciones muy aplaudidas por la cohorte de palmeros que le acompañaban y entre los que se encuentra el expresident Artur Mas.

Ya ven, parece que la historia, en cierto modo, se repite. Bueno, no exactamente, pues en 1.934 y transcurridas 48 horas desde la proclamación de Companys, éste fue detenido y condenado a 30 años de cárcel. H