Entre las muchas atribuciones buenas y malas que me han hecho a lo largo de mi vida, una me llamó la atención y la verdad, me gustó, se sale de los halagos ordinarios, es «eres un hombre del Renacimiento». Es obvio que no se trata de compararse con los genios de la época, como Leonardo Da Vinci, que tenían conocimiento sobresaliente en humanidades, ciencia, arte, etc. Pero sí de recoger ese espíritu, de intentar abarcar diversas disciplinas y desarrollar la capacidad de cada cual para ellas lo máximo posible.

Los renacentistas pretendían una educación universal, basada en los ideales humanistas donde un caballero hablara bien y en varios idiomas, tocara un instrumento musical, cantara, recitara o escribiera poesía; conociera las obras clásicas, pintara o dibujara, etc. Hoy eso es casi imposible, pero depende de ti, esforzarse y estudiar las actividades que te interesen. Ser polifacético, versátil, flexible y hacer varias cosas a la vez es muy enriquecedor, desarrolla el intelecto y la energía vital, es útil para enfrentarte a la vida. Yo procuro hacer bien mi trabajo de jurista para el que me formé concienzudamente, pero además me gusta leer y escribir, fotografiar y todo lo relacionado con el arte. No sé vivir sin música y me encantaría tocar bien algún instrumento, me interesa el cine, la arqueología, la historia, la geografía y la etnografía, y conocerlas viajando. Y muchas más cosas. Algunas las hago mejor que otras, y muchas mal, pero no me desanimo y lo intento. Procuraré aprender hasta el día que me muera porque así la fecha se alargará, es la mejor medicina.

*Notario