El Teatre del Raval fue escenario de un acto de homenaje al poeta Miquel Peris en ocasión de su centenario, en el que intervinieron un gran número de eruditos, literatos, músicos y cantantes que revivieron los versos del que fuera Hijo Predilecto de Castellón, al compás de la música, en recuerdo a su memoria.

A todos quiero unir mi remembranza, evocando al amigo y admirado escritor, de una personalidad tan sin par como sus poemas. Si bien su antología comienza con una temática costumbrista, muy pronto, un sentimiento trágico, muy unamuniano, comparece en obras como Mascarades, Fossar de Naus y Tenebres. Miquel quiso, supo y pudo «viure en poeta» como ambicionaba, con una personalidad que él mismo establecía basculante entre Byron y Kavafis. Sus extravagancias eran fruto de un espíritu teatral que gustaba en cultivar y que se manifestaba en todas cuantas reuniones de amigos contaban con su presencia: las tertulias del Bar Darío, Les Planes, de la Peña teatral o El cau de l’art…, los ensayos de sus poemas musicados (tuve la satisfacción de cantar algunos) o su deambular cotidiano, con el problema de confluir con él cuando se tenía prisa.

Todo un personaje a quien no importaba lo inextricable de su lenguaje poético --«el que no me entenguin, eixe no és problema meu»-- porque, ante todo, era fiel a sí mismo y a su vivencia poética. Inefable Miquel.

*Cronista oficial de Castellón