Sin duda, un país desarrollado necesita inmigrantes que colaboren en su crecimiento, pero con todas las de la ley y con control. No se puede acoger libremente a todos los que quieran venir y menos si son ilegales o lo hacen a la fuerza. No es sostenible, no tenemos capacidad para mantener el estado de bienestar con avalanchas que hoy son de miles, pero podrían ser millones y llevarnos a un suicidio etnográfico. Lo mejor es actuar en la zona de origen, en nuestro caso África. Hay que ayudar a su desarrollo, para que la gente tenga recursos en casa y no los busque fuera. Y perseguir implacablemente a las mafias que trafican con la vida de las personas: es incomprensible que actúen con impunidad. Y cuestionables muchas oenegés que los recogen en la costa de origen y trasladan a Europa. Por supuesto que hay que salvar a la gente con problemas en el mar, pero pueden devolverlos al puerto de origen. Hay que defender a los cuerpos de seguridad del Estado en su ingrata y peligrosa labor del necesario control de fronteras y si se cuelan, y más con violencia, deportarlos. Y atacar a cualquier empresario aprovechado que realice contrataciones ilegales de estas personas, con sueldos de miseria y más si los integran en redes delictivas como los manteros. Quien llegue debe ser legal y ayudarle a integrarse y a asumir nuestros valores democráticos, evitando guetos.

Lo que no cabe es la hipocresía, el populismo y la foto de episodios tan vergonzosos y falsos como el del Aquarius en València, que producen un efecto llamada y ya se ha visto que solo era demagogia y postureo.

*Notario