Nunca es tarde si la dicha es buena, y menos para aprender. Es la máxima que siempre ha defendido durante sus 20 años de existencia la Universitat per a Majors de la UJI y que ayer reivindicaron unos 450 exalumnos, que se congregaron en el Grao de Castellón para celebrar las dos décadas de formación sénior y generación de conocimiento de la institución de la Jaume I.

Los antiguos estudiantes, que no quisieron perderse el reencuentro, disfrutaron de un copioso ágape en el restaurante del Real Club Náutico, donde compartieron anécdotas y recuerdos durante su provecta etapa académica. La mayoría de comensales tenía un mismo denominador común: eran mayores de 55 años --edad mínima para acceder a estos estudios-- y todos siguen con las mismas ganas de aprender que antaño. Y también con un propósito, poner en valor la función social a la que responde la Universitat per a Majors.

Una institución que, tal como detalla a Mediterráneo su directora académica, Elsa González, cada vez atrae a más y más estudiantes sénior. «De los 38 alumnos que tuvimos en nuestro primer curso, en 1998, hemos pasado a 1.022 matriculados este año», subraya la también profesora de Filosofía Moral adscrita a la Universitat Jaume I.

Un estudiantado más joven

Más allá de la mayor demanda de la sociedad castellonense más madura, González hace hincapié en el rejuvenecimiento del alumnado. «El perfil medio actual es un estudiante de 68 años, a diferencia de los 72 de media con los que empezamos», suscribe, lo que evidencia una preocupación por seguir formándose a una edad más temprana.

La responsable de la Universitat per a Majors no tiene duda de que el alto grado de participación e implicación en clase, el enorme respeto y el sincero agradecimiento de estos estudiantes los convierten en los mejores vendedores de la UJI. «Tanto la actual rectora, Eva Alcón, como sus predecesores coinciden en que el alumnado sénior es el mejor embajador posible de nuestra universidad. Sabe cómo funciona el centro y conoce sus instalaciones, por lo que les transmite ese deseo de estudiar aquí a sus hijos y nietos», apunta.

Así, con el campus de Riu Sec como centro neurálgico y junto a los aularios diseminados de Vinaròs, Morella, Sant Mateu, Vilafranca, Segorbe y Sagunto, cada vez más personas mayores de 55 años se animan a no cerrar definitivamente la puerta del aprendizaje a lo largo de los tres cursos que componen el grado, basados en las Ciencias Humanas y Sociales. «La formación tiene un gran impacto en ellos. Vienen de casa con una inquietud muy definida, pero, durante una evaluación adaptada, cambian su forma de ver el mundo», reivindica González. De momento, 20 promociones de alumnos atestiguan «la vida que les da» a los mayores esta formación. Que sean muchas más.

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