La semana pasada asistimos a la gala de las Letras del Mediterráneo, celebrada en Benicàssim, organizada por la Diputación Provincial con la concurrencia de numerosos castellonenses del mundo de la cultura. Cuatro galardones se otorgaron a otros tantos novelistas por su labor en pro de la promoción de los valores paisajísticos y turísticos de la provincia. Uno recibió, además, una escultura de Luis Bolumar. Naturalmente, como suele decirse, «ni están todos los que son ni son todos los que están».

Es sorprendente el número de escritores y novelistas con los que contamos en Castellón. Un simple recuento elevaría la cifra de estos últimos alrededor de un centenar, dato deducido del número de presentaciones que se realizan. Algunos de los relatos que conocemos sitúan la acción en la ciudad o en pueblos de la provincia. Para tales galardones parece obvio que cumplan esa condición. Los valores históricos, populares, costumbristas, festivos o turísticos son numerosos y, a veces, sorprendentes por desconocidos. Es, deseable que los novelistas acerquen su obra al discurso real de nuestro acervo y relaten las viejas novedades que se presentan al observador en su hábitat. Como diría Kundera, bastante grafomanía hay en «escritores» que no dicen nada nuevo. La novela, se ha dicho, es el paraíso imaginario de los individuos; pasemos, pues, a la realidad de la imaginación. H

*Profesor