Hermanos: a nuestras derechas del alma cada cierto tiempo se les genera una incongruencia racional en esto de la educación a nuestros hijos. Por un lado, se oponían frontalmente a la asignatura aquella de la época del presidente Zapatero de Educación para la ciudadanía que pretendía enseñar (según ellos «adoctrinar») a nuestros hijos en valores democráticos y de respeto mutuo entre ciudadanos. Y, por otro lado, en la época del presidente Rajoy se imponía la clase de religión (una sola religión, no todas las mayoritarias), que también debería ser una clase de educación de nuestros hijos e hijas en valores humanos.

Ahora, con el presidente Sánchez, le toca al turno a cualquier materia, charla, taller o actividad que afecte a cuestiones sobre la identidad de género, el feminismo o la diversidad LGTBI. Y para eso se inventan el pin parental de tal forma que los progenitores puedan dar su consentimiento para que su hijo asista o no. El nombre sale de ese pin o numerito de cinco cifras que se le pone a la televisión para que nuestros hijos no vean contenidos inadecuados cuando los dejamos que se eduquen durante horas y horas ante la tele viendo auténticas salvajadas de todo tipo.

La idea de estos ultras es que los niños no aprendan que tenemos una constitución que regula los derechos de unos y otras, que no aprendan que hay otras religiones que también predican el amor fraterno, que no aprendan que hay gente diferente desde un punto de vista sexual que tiene los mismos derechos que los demás, o que las mujeres son iguales que los hombres en derechos y capacidades. No (les) interesa.

*Urbanista