Hay grandes carreras. También las hay muy grandes y las hay inmensas. La maratón de Nueva York, de Boston, de Berlín y desde hace unos años la de Valencia son ejemplo de estas últimas. Carreras inmensas. Maravillosas. Internacionales.

Hay grandes carreras. También sé, queridos lectores, que también querrían que la maratón de Castelló jugara en esa liga, pero por el momento habrá que esperar.

El caso es que la maratón de València se ha posicionado en el top 5 de las carreras de larga distancia de todo el mundo por méritos propios. Es bien cierto que contar con el apoyo de Juan Roig, propietario de Mercadona, no es moco de pavo. Y es que, en este punto en concreto, la organización de la carrera es un ejemplo de manual, un caso de éxito de colaboración público-privada. Ximo Puig, al frente del gobierno valenciano, ha apoyado la carrera. El ya citado Juan Roig ha dado el do de pecho por ella. Y así, con dos de las personas más influyentes del momento empujando el evento, el éxito no ha tardado en llegar.

La maratón de Valencia cumplirá cuarenta años en el 2020. Y jamás ha gozado de tan buena salud. Señal inequívoca de que se han hecho las cosas bien en la capital del Turia.

El domingo pasado asistí en primera fila a la llegada a meta de Kinde Atanaw y me emocioné al ver hasta dónde puede llegar el ser humano.

*Escritor