Nunca he negado que me fascina la zarzuela y la ópera. No soy más que un aficionado que nunca tuvo estudios reglados de canto, aunque sí la suerte de tener excelentes amigos que fueron grandísimos profesionales que me enseñaron algunas técnicas. También es cierto que del teatro me fascina hasta el olor del maquillaje, que tiene un sahumerio que llega a embelesarme. He pisado muchas veces el escenario y siempre con especial satisfacción y hete aquí que hoy, con casi 70 años a mis espaldas, volveré a hacerlo en un recital como homenaje a uno de mis más admirados amigos como fue el guitarrista Manolo Babiloni. Un concierto que se celebrará en el Auditorio de Castellón --con entrada gratuita-- y en el que tendré la inmensa satisfacción y agradecimiento de contar con la colaboración de una dotada pianista (dejaría de llevar el apellido que lleva), Elvira, hermana del tristemente desaparecido guitarrista, y de una impar contralto que une a una voz amplia, generosa, mórbida, y aterciopelada con una opulenta rotundidad en los graves y una exquisitez interpretativa que es Ana María Ramos, titular del Teatro de la Zarzuela de Madrid, que une a sus excepcionales cualidades canoras la de ser una actriz consumada.

Con los tres, mi ilusión por cantar se verá más que colmada. Es la amistad, el afecto, la comunicación, el vínculo... Todo eso que llamamos «química» que produce una magia especial que a mí me seducirá en extremo. Ojalá sea capaz de transmitir al público esa seducción mágica que solo vive quien ha gozado de las mieles de los aplausos.

*Cronista oficial de Castellón