Moncofa celebra el primer centenario iluminado de su historia. Y es que el pasado mes de julio se cumplió un siglo de la llegada de la luz eléctrica al municipio de la comarca de la Plana Baixa. Una fecha especial para la urbe que, como toda gran historia, tiene un héroe. Se trata de Vicente Ramón Alós, un vecino de Moncofa que consiguió, a base de mucho trabajo, alumbrar las calles y aceras del municipio.

Todo comenzó en el año 1914, cuando este histórico personaje de la localidad adquirió un generador que funcionaba con metano, cáscaras de almendra y huesos de aceituna, una técnica rudimentaria que define la época de escasez que se vivía tanto en España como en Europa, donde medio continente se acababa de adentrar en una guerra mundial que se alargó cuatro años.

La llegada de la primera turbina eléctrica a Moncofa marcó un antes y un después en la ciudad, ya que ningún vecino había visto anteriormente una máquina similar. Aunque los inicios de esta aventura no fueron nada fáciles. La pieza tuvo que ser transportada desde Alemania y, en el transcurso del largo viaje por vía marítima, una climatología adversa propició que el generador llegase a duras penas y mucho más tarde de lo previsto. No obstante, para fortuna de los moncofinos, el utensilio llegó sano y salvo al destino deseado.

En un primer momento, la intención de Alós era que el altenador eléctrico le sirviese para extraer una mayor cantidad de agua de sus pozos. Y lo consiguió al colocar la pieza en el primer motor de agua de la localidad, que generó la electricidad necesaria para poder sacar el agua y usarla para regar los campos que eran de su propiedad. El experimento fue un éxito y este vecino ilustre de Moncofa no tardó en repeterir este mecanismo para producir luz eléctrica en las zonas de mayor influencia de la localidad castellonense.

Tras tres años de arduo trabajo, este emblemático electricista consiguió que la luz llegase a la ciudad. Fue el 4 de julio de 1917 cuando la hija de este, con tan solo cinco años de edad, se encargó de darle al interruptor que activaba todas las bombillas de Moncofa.

Después del hito histórico de conseguir iluminar el municipio, Alós y su equipo se centraron en montar un cableado que llegase hasta la zona costera de la localidad, con el objetivo de alumbrar la playa. A continuación, se emprendió un proyecto para dotar a todos los pozos de regadío de energía eléctrica. Los primeros en recibir aquella revolucionara innovación tecnológica fueron dos: Pozo del Río y Camino de Nules; a los que les siguieron el resto de fosos acuíferos situados en Moncofa.

La llegada de la luz fue un momento único para los moncofinos. Aunque, por desgracia, ni el héroe de la corriente eléctrica ni ninguno de los que presenciaron aquella proeza están vivos para contar su historia. Eso sí, su legado, a día de hoy, permanece intacto.

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