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Cualquiera puede pensar que para ser pastor solo se requiere dedicación y predisposición para trabajar con animales, pero más allá del conocimiento popular sobre una vida rural donde las horas de descanso dependen de las necesidades de vacas, ovejas o cabras, el suyo es un oficio indispensable por múltiples razones y por todas ellas, desde la Conselleria de Agricultura y Medio Rural se programó recientemente un curso de ganadería extensiva y escuela de pastores, clausurado ayer en Vistabella.

El reclamo no podía ser más explícito: hacen falta nuevos pastores y titulares de explotaciones ganaderas, tanto de ovino como de caprino, y el reto puede plantearse como algo más sencillo si se cuenta con el respaldo de una formación teórico-práctica como la que se ha ofrecido con esta iniciativa, en la que no solo se ha demostrado a los aspirantes que es fundamental recuperar los oficios tradicionales como el pastoreo y la ganadería extensiva, porque de esta forma se contribuye al desarrollo rural, sino también porque las reses se convierten en una herramienta natural contra la grave problemática de los incendios.

POR QUÉ SER PASTOR

La apuesta del Consell es decidida. «Queremos dinamizar la profesión de pastor», defendió ayer Pepe Moratal, subsecretario de Agricultura y Medio Ambiente, en la clausura del curso, que según aseguró ha sido «un éxito» de participación, aunque faltará por ver cuántos de los aspirantes acaban dedicándose a este oficio ancestral del que depende en buena medida la salud de los montes, así como una parte importante de nuestra dieta cuando comemos carne, consumimos leche o cualquier producto elaborado con ella.

La prueba final para los aprendices fue la más práctica: la trashumancia de un ganado vacuno desde Valdelinares (Teruel) hasta Vistabella, a la que también asistió la consellera de Agricultura, Medio Ambiente, Cambio Climático y Desarrollo Rural, Elena Cebrián.

Desde la Conselleria se reivindica que la ganadería extensiva «es una tradición valenciana de gran valor desde el punto de vista medioambiental, agrario y cultural», indispensable para implantar un nuevo modelo productivo agroalimentario más sostenible.