Hermanos, seguramente sabréis ese dicho valenciano que dice que A vora riu no faces niu. Pues ya hemos llegado tarde. A la orilla de nuestros ríos está lleno de casas y urbanizaciones. Las zonas inundables de toda la vida ya están ocupadas por casas, parques, polígonos industriales, y hasta hospitales y colegios.

Todos sabemos que cada cierto tiempo nos cae una DANA, gota fría, diluvio universal o la cólera de Dios, como queráis llamarlo. Pero ahora se complica el tema para las ciudades que están en la planicie valenciana: nos llega el cambio climático y la subida del mar entre uno y dos metros hasta el 2100. Es decir, que en el siglo XXII la cosa va estar muy fea como no hagamos algo en la zona donde se concentra mayor población.

Y eso va a pasar por gastar dinero, mucho dinero en infraestructuras de defensa contra avenidas e inundaciones. El urbanismo de los últimos cincuenta años va a tener un coste y tendremos que pagarlo si queremos mantener nuestras ciudades y pueblos en los lugares dónde están ahora. Porque otra opción es emigrar hacia el interior, pero no creo yo que a corto medio plazo sea lo que pida la ciudadanía.

De momento tendríamos que mover a «zonas secas» aquellos usos colectivos y públicos que están en las zonas más sensibles. Porque no veo que se puedan hacer proyectos como el Plan Sur de Valencia (que desvió el Turia después de la gran riada de 1957) en todos los municipios afectados por cauces de ríos y grandes barrancos. Nuestra economía y las reticencias de los ecologistas lo impedirían. Así que vamos a ponernos a pensar qué soluciones tenemos para el gran reto que nos viene encima.

*Abogado. Urbanista