Ojalá no tuviera que llorar tan hermosa nación hermana, con la que tantas cosas tenemos en común. Quizás sea el país más parecido a España. Ellos pasaron su peronismo populista y nosotros nuestro franquismo. Hace muchos años parece que alcanzaron democracia plena y libertad, que tras la vida, es el bien más preciado. Sin embargo, parece que ambos tenemos la manía absurda de intentar autodestruirnos y la suerte de no conseguirlo.

Aquí elegimos gobernantes ineptos que con demagogia, manipulación, derroche, corrupción y subvenciones, nos llevan a la ruina absoluta y a millones de parados. Y lo hacemos una vez y otra. No aprendemos, repetimos nuestros fallos. Si aun así no nos hundimos, creo que haciéndolo bien seríamos líderes mundiales. Allí lo mismo, los Kirchner con su demagogia populista se hicieron con el poder, él murió; ella, Cristina, pasó a mandar. Corrupción generalizada, despilfarro, desgobierno y una total ruina económica que les abocó al corralito.

Es indicativo que Fernández de Kirchner ha sido procesada por corrupción en trece ocasiones y tiene pendientes siete órdenes de prisión preventiva que se ha saltado por su inmunidad como senadora. La echaron, llegó Macri, cuyas medidas económicas no han sido muy populares, y ahora parece que vuelve Cristina a través de su testaferro Alberto Fernández. Más peronismo, más corrupción, más ruina. Es incomprensible cómo pueden repetir esos fallos tan tontos y que los argentinos no aprendan y tengan que llorar. Si no fuera porque nosotros hacemos algo parecido.

*Notario