Esa en la que el tiempo se estira y mañana nunca llega, los segundos parecen horas y te entra la ansiedad, sino desesperación, pero hay que contenerse porque agredir a alguien no está bien y te metes en un lío. Pero es que ese alguien, que en ese momento no aprecias mucho, más bien le odias, te esta fastidiando como un clavo en el zapato. Te hace desgraciado, generalmente porque no te deja hacer lo que deseas, que suele ser irse a descansar tranquilo. Hay muchas variedades. Los amigos que te han sacado de francachela todos bufados se empeñan en continuar la fiesta y no te dejan ir. Esa novia tan cariñosa, que por otro lado conoces poco y te plantea ciertas dudas sobre su estabilidad mental, que se empeña en contarte su vida o ver una película abrazaditos o cosas más intensas, pero que narices, no te apetece y lo que quieres es dormir pero por mucho que lo intentes ella persevera.

Luego están los ruidos caseros como el pipipipi de cualquier electrodoméstico mal cerrado, el goteo de un grifo o el tierno llanto de un bebe que de noche no lo es tanto. Más impersonal son las molestias callejeras, una verbena ruidosa con música hortera que te machaca el cerebro, los borrachos erráticos que berrean, las alarmas que se disparan, las motos de escape libre que convierten tu calle en un circuito. O los vecinales como la televisión del piso de al lado a toda leche o el perro del vecino que ladra y aúlla sin parar. No hay aislamiento acústico que te libre, es insoportable e imposible descansar. No se trata de ser un antisocial pero por favor si quiero dormir, dejarme en paz.

*Notario