Pasamos una y mil veces por las mismas calles, los mismos rincones. La cotidianeidad con la que recorremos el lugar en el que vivimos llega a simplificar nuestra relación con los espacios, los edificios, a pesar de que todos ellos forman parte de nuestra identidad, tanto personal como colectiva. Aunque no siempre es así. Desde hace un tiempo, en la Vall d’Uixó se han empeñado en romper con la indiferencia inducida por la rutina del día a día, contando en voz alta una historia que está escrita en muros, esquinas y edificios.

De la mano del guía turístico José Enrique Puchol, acompañado en algunas ocasiones por actores o asociaciones, la Vall recupera leyendas y biografías al abrigo de la noche, que siempre contribuye a engrandecer leyendas y recuerdos que se resisten a ser archivados. Al menos ese es el empeño del ciclo Nits d’històries i historietes impulsado por la Concejalía de Turismo que ahora dirige Jorge García, que ayer recordó que este verano más de 1.000 personas han participado en estas citas estivales.

Y es que no es lo mismo dar un paseo por la montaña, que conocer in situ detalles de la vida de los soldados que permanecieron meses atrincherados en la línea XYZ que cruza el término municipal; como tampoco tiene que ver contemplar la fachada de la iglesia parroquial de la Asunción con saber quiénes fueron los artífices de la existencia de tan emblemático monumento, incluso con recrear momentos determinantes al revivir a esos personajes determinantes en el pasado de la ciudad.

García explicó que el ciclo, ya en su recta final, pretende «dar a conocer y poner en valor nuestra historia, nuestro patrimonio y nuestra riqueza cultural, no solo para atraer a los visitantes, sino también a los propios valleros, para que nos sintamos orgullosos de nuestra ciudad, de nuestras raíces». Y lo cierto es que, en cada ruta, ha habido más de lo segundo que de lo primero.

Los vecinos han sentido esa voz interior que alimenta la curiosidad por comprender quiénes somos y de dónde venimos y han copado cada una de las visitas programadas, con una media de 100 personas por convocatoria, independientemente de si se trata de un destino urbano o agreste.

En la agenda quedan pendientes dos visitas: la del 30 de agosto, con los Fanalets per l’Alcúdia y la del 7 de septiembre, en la que se reabrirá el poblado íbero de Sant Josep tras las excavaciones que han sacado a la luz una parte de la muralla, una calle y una construcción, entre otros detalles de interés.

El verano invita a salir a la calle y sus noches, en la Vall, se han convertido en la excusa para rescatar un patrimonio humano que sobrevive al tiempo.

mediterraneo@elperiodico.com