Esta semana el nombre de Castellón ha brillado con fuerza en redes sociales, en los diarios digitales, canales televisivos, tertulias de radio y prensa escrita. Pero no ha sido gracias a las brillantes políticas de promoción turística realizadas por las diferentes administraciones, ni al maravilloso juego del CD Castellón, ni a la fortaleza de nuestra industria agroalimentaria, ni a la gigantesca capacidad de influencia de nuestras organizaciones empresariales y sindicales, ni a la locuacidad y buen hacer de nuestros representantes públicos, ni a los brillantes descubrimientos de nuestras empresas biomédicas, ni a la presentación del nuevo trasto tecnológico de nuestra puntera multinacional electrónica, ni a nada similar.

Castellón se ha puesto en el mapa porque una mujer atacó a su expareja echándole encima pipas de calabaza.

Al parecer, el tipo, que trabaja en el Mercado Central, es alérgico a las pipas de calabaza, y ella, que parece estar muy enfadada, pero mucho, mucho, decidió rociarlo con polvo de pipas previamente seleccionadas y trituradas. Así, como si de un arma biológica se tratara, atacó.

ME HAN LLEGADO mensajes desde Madrid, Barcelona, Zaragoza, Gijón, La Coruña, Teruel, Sevilla y México D.F. Muchos amigos, de diferentes puntos de la geografía patria, e incluso de allende los mares, me han escrito, partiéndose el culo de la risa, citando la noticia.

Castellón, de nuevo en el mapa, queridos lectores, aunque haya sido por algo tan estrambótico.

*Escritor