Ya ha llegado el FIB 2019 a la vida de todos los benicenses y de los veraneantes de la hermosa localidad costera. Ya han llegado los fibers a nuestras playas, nuestras terrazas, nuestros cámpings y nuestros hoteles. Ya es verano.

Me consta que muchos vecinos y veraneantes no quieren que el FIB produzca molestias, pero eso es imposible. Cuando veinte mil chavales se hospedan en tu ciudad, durante cuatro días, las molestias están garantizadas. Y también los beneficios.

La ocupación hotelera está al máximo, las terrazas de los bares playeros están a tope, los cámpings también, los apartamentos turísticos están casi todos alquilados, las bocaterías no paran de servir comandas, las cervecerías no paran de reponer barriles, los locales de chucherías y bagatelas varias no paran de vender colchonetas, toallas, flotadores y demás juguetes para el disfrute de veinteañeros anglosajones con ganas de fiesta. El negocio es evidente.

SI PONEMOS a un lado de la balanza los pros y al otro los contras, siempre habrá quien se decante por lo uno o por lo otro. Pero en esto, como en tantas otras cosas de la vida, queridos lectores, encontramos la virtud en el centro. En el equilibrio. No me importa aguantar unas leves molestias si mi pueblo sale ganando, aunque yo no tenga un bar, una terraza, un cámping o un hotel. Si mi pueblo sale ganando, yo también.

*Escritor