Zeudy Ganet Llidó, de padre guineano y madre de Xilxes, es una castellonense que vivió el atentado del pasado viernes en Estocolmo muy de cerca. A sus 32 años, ya hace seis que trabaja en la capital de Suecia como profesora de español e inglés en un instituto. Su aventura en el norte de Europa, que tenía que durar solo un año, se ha alargado porque al poco tiempo de llegar conoció a su actual pareja. Hace cuatro meses nació su primera hija, y esta alegría pesa mucho más que la violencia y el terror. «Me quedo en Estocolmo, siempre me he sentido muy bien aquí y espero que nada cambie», cuenta convencida al periódico Mediterráneo apenas unas horas después de un atentado que costó la vida a cuatro personas.

--¿Dónde estaba en el momento del atentado del viernes? ¿Cómo lo vivió?

--En el momento del atropello masivo, que se produjo alrededor de las 15.00 horas, acababa de llegar a casa tras encontrarme con una amiga y recibí una notificación en el móvil del diario Aftonbladet que simplemente informaba de que una persona conducía un camión de forma peligrosa en la calle Drottningatan. Este vial está en pleno centro de la ciudad, y es una zona de compras muy transitada, equivalente a lo que en Castellón puede representar la calle Mayor o Enmedio. Al encender la televisión ya hablaban de dos muertos, aunque finalmente fueron cuatro. Además, vivimos al lado de una academia de policía y el vaivén de sirenas de los vehículos, así como el ruido de los helicópteros que sobrevolaban el barrio, eran estremecedores.

--¿Qué se le pasó por la cabeza en un momento así? ¿Qué sintió?

--Se me pasaron por la cabeza varias cosas... Lo primero es confiar en que no haya demasiada gente herida, que mi gente aquí esté bien y avisar a mis padres, que viven en Castellón, de que todos estamos sanos y salvos. Después muchas preguntas y pensamientos, como el alivio de no haber estado en la zona con mi bebé, pues es un lugar muy concurrido en el que estuvimos la semana pasada. El centro comercial Åhlens, donde se estrelló finalmente el camión, es punto de encuentro para muchísimos de nosotros. Jamás pensé que un ataque terrorista me tocaría de tan cerca y que me vería en la tesitura de calmar a los míos.

--¿Cómo reaccionó la población sueca a un hecho tan dramático?

--La reacción de la población se resume en una palabra: solidaridad. Y es que ese concepto es uno de los pilares de la cultura sueca, y está muy presente siempre en nuestras vidas. El hashtag #openStockholm se creo rápidamente para ofrecer cobijo a aquellos que no pudieran llegar a sus casas, pues el transporte público y el tráfico en el centro de la ciudad se cerraron. En los periódicos locales cuentan muchos casos de familias que acogieron a gente que estaba en la zona y que no podía salir. Además, restaurantes y cafés ofrecían comida gratis para los afectados.

--¿Cómo ha reaccionado la ciudad en los días posteriores?

--Las calles están llenas y el aire que se respira es algo distinto, pero se siente que hemos decidido salir a la calle y seguir con nuestras vidas. Me siento orgullosa de mi país adoptivo, que se ha unido para luchar contra el terrorismo.

--¿Se quedará en Estocolmo o el atentado le ha hecho pensar en regresar?

--De momento, no tengo planes de volver y aquí siempre me he sentido muy segura durante estos seis años. Espero que nada cambie tras el ataque.

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