Hermanos: vaya por delante que, para mí, no fueron abusos y que fue una violación en toda regla. Al menos eso me dicen mis vísceras y la información que he ido recibiendo de los medios de comunicación hábilmente dirigida. Porque yo, al igual que vosotros, no me he leído los 300 folios de la sentencia.

Llegados a este punto me recuerda aquel juez que decía a la turba que quería linchar al prisionero sin un juicio justo: «¡No!, primero lo juzgaremos y después ya lo colgaremos». Seguramente no os habréis dado cuenta del matiz, porque estamos en una sociedad totalmente «visceralizada». Dónde ya no pensamos ni con el corazón, ni mucho menos con la cabeza. Va todo directamente al intestino grueso (parte final) que ya lo tenemos realmente sensible, incluso irritable.

Y es que a todos nos gusta hacer de jueces. Es muy divertido. Pero jueces al estilo Lynch del lejano Oeste. Sin leernos una hoja de la sentencia y fiándonos lo que nos dicen los medios de comunicación (que ya sabemos que son la mar de objetivos) dictamos nuestra propia sentencia. En Facebook he visto incluso fotos de sogas dedicadas a los salvajes de la Manada y los jueces que los han juzgado (sobre todo al del voto particular) y carteles que decían algo así como que «El miedo va a cambiar de bando». Realmente a lo que deberíamos aspirar es a que el miedo desapareciera. Espero de corazón que, cuando os llamen para formar parte de un jurado popular, porque os haya tocado en la lotería de la justicia democrática, vayáis de buen grado al juzgado y no os quejéis lo más mínimo. Amén.

*Abogado Urbanista