Su nombre está sonando con fuerza en los mentideros taurinos de Perú. Y es que los recientes triunfos como el indulto a un toro de la ganadería de San Pedro en el municipio de Lachaqui, en Canta, están sirviendo a Paco Ramos para que se le abran las puertas de muchas ferias. Así lo confirma el propio torero, que cumple ya con su quinta temporada en ese país andino. “Te llamo desde los baños de un bar porque en la calle hay mucho ruido y apenas se oye nada. Estoy esperando un autobús que me llevará a Huallanca (Ancash). Indultar un toro y triunfar en Lachaqui me ha abierto las puertas de plazas que están cerca de la capital, Lima, que es donde me hospedo”, explica el torero de Onda. Para él, torear cerca o relativamente cerca de Lima, de tres a cinco horas de viaje, supone una gran ventaja. Y es que resulta toda una aventura llegar hasta algunos pueblos andinos tras un duro viaje de hasta 12 horas en condiciones infrahumanas, donde los toreros se juegan mucho más la vida que frente al toro, exponiéndose además a los asaltos a punta de pistola de los muchos forajidos que existen.

Admite Paco Ramos que “es una locura. ¡Sí, lo es! Pero no me queda otra opción. Aquí me siento torero y me dan las oportunidades que no tengo en España. Ha habido tardes como las de Lachaqui, Huallanca o Huaral en las que me he sentido muy a gusto toreando. Aquí tengo mi sitio, que me lo he ganado durante estos últimos cinco años. Esta aventura ya forma parte de mi modo de vida y de mi manera de entender la fiesta brava”, comenta.

Hace escasos meses, la muerte del novillero Renatto Motta en Malco, tras varias horas de agonía en la que ningún médico supo hacer nada por salvarle la vida, puso en tela de juicio las enfermerías de la gran mayoría de estas plazas peruanas. Ramos recuerda entristecido y cabreado a la vez, cómo este joven novillero murió en las manos de su mozo de espadas “por culpa de una negligencia médica”. “Murió desangrado porque los médicos no supieron curarle la cornada. Es cierto que en muchas plazas no tienen ni un simple botiquín y, por tanto, hacer el paseíllo es una auténtica locura”.

IDA Y VUELTA // Una locura que, de momento, no tiene un final para Paco Ramos. “Voy a viajar a España para pasar unos días, pero a finales de agosto regreso nuevamente a Perú, donde estoy anunciado en muchas plazas”. Y todo, por cumplir su sueño de ser torero, aunque la gloria que allí vivan los que se visten de luces sea infinitamente inferior a la que se pueda alcanzar en España. La poca recompensa económica o la satisfacción de sentirse en un natural o una verónica, es un peaje carísimo por ver cumplido su sueño. Es la otra cara de una Fiesta muy distinta a la española y en la que un torero de Onda tiene nombre y peso específico. Los peruanos han sabido valorar a un diestro de gran hombría, ambicioso y capaz de exponer su vida constantemente. Ese es el camino que ha elegido Paco Ramos, que todavía espera que todo este sacrificio “tenga recompensa en España”. “Creo que merezco una nueva oportunidad para demostrar que soy válido”, concluye. H