Vacaciones en el paraíso», «venga al paraíso». La palabrita se repite en folletos y artículos sobre viajes. Un recurso de marketing, porque el paraíso en este mundo no existe y pretender ubicarlo en algunos países, islas o mares es desvario.

Cuando vas de viaje a cualquier sitio siempre es mejor ir con espíritu alegre, vas a disfrutar. Y más si es relax en una playa paradisiaca. Pero donde quiera que vayas encontrarás además de fina arena y aguas cristalinas, erizos que pinchan como demonios, algas que huelen fatal, mareas que vacían la playa y con las que tener cuidado para que no te arrastren. Cocos que caen del cocotero. Un sol de justicia o una lluvia torrencial bastante imprevisible. Por no hablar de las temporadas de huracanes de los que no siempre te avisan algunas agencias de viajes poco profesionales.

LAS MOSCAS y los pájaros son compañeros en cualquier comida exterior. Las cenas románticas a la luz de las antorchas se aderezan con mosquitos y cangrejitos de playa que simpáticos no son, un aire que lo vuela todo y te mete arenilla por cualquier sitio y además no se ve un carajo. Y la gente que vive allí no tiene la misma mentalidad que la tuya, seguramente son más felices, pero además de lo que cuesta que te entiendan, muy espabilados no son. Hay que tener paciencia. Mejor estar en el hotel que salir a dar una vuelta a los alrededores donde algunos naturales se avalanzan sobre el turista a ver lo que le pueden sacar y otros te miran con poco aprecio. Probablemente el mejor paraíso que puedas encontrar lo tienes en casa o a tu alrededor.

*Notario