En otra columna anterior, publicada hace unas semanas, mencioné una serie de cosas que se pueden hacer para intentar tener una buena relación de pareja. Hoy nos vamos al lado contrario, lo que no se debe hacer o decir si no quieres fastidiar el asunto ni disgustar a tu media naranja, que depende el carácter de cada cual puede ser más o menos susceptible. Si está enfadada no puedes decirle «cálmate o tranquilízate» porque eso le cabrea más, y tampoco «no pasa nada», porque sí pasa. No expreses dudas sobre la ropa que se vaya a poner, que mejor que te parezca siempre fenomenal. Por supuesto nunca cuestiones el físico, siempre está guap@, y no engorda ni de coña. Tema tabú es la familia política, el top es la mamá, el que menta malignamente a la madre de su pareja asegura el lio. Algo parecido suele suceder si cuestionas a sus amig@s. La pregunta de «¿en que estas pensando?» es peligrosísima, te puede responder lo que no quieres oír, al igual que las típicas: «¿me quieres?» o «¿te ha gustado?». Olvídalas. Los cabreos mejor que no se conviertan en silencios, el «ya no te hablo» además de infantil y absurdo no soluciona nada y crea muchos rencores. Otro estado casi peor que el enfado es la indiferencia, si le importas o te importa un pito, la cosa está clara, se acabó. Su causa principal es la monotonía y el aburrimiento, lucha contra ellos al máximo. En todo caso las cosas nunca se pueden forzar, ni obligar a que sean simpáticos o cordiales quienes no lo son. El amor no es un tema racional, sino de corazón. Y si él o ella corresponde a tus sentimientos, disfrútalo. Si no, pasa página.

*Notario