El pasado domingo estuve paseando con un amigo por un huerto ubicado en la circunscripción de Fadrell. En una mañana otoñal, pero cálida y radiante, daba gusto conversar deambulando a la vera de los naranjos.

El propietario del terreno aprovechó el diálogo para conocer algo sobre la historia del terreno donde estaba su propiedad. Él desconocía que, originariamente, la amplia alquería de Fadrell, la entregó Jaime I a la orden militar de Santiago de Uclés, (lo que explica la enseña con la cruz compostelana en la ermita) y el resto del término, castillo incluido, a su tío el infante Nuño Sancho, conde del Rosellón, quien pasó a ser el primer señor efectivo de Castellón y otorgó su primera carta de población, a fin de posibilitar el nacimiento del municipio cristiano. Fue mi antecesor como cronista, el maestro Sánchez Adell, quien estudió este documento fechado en Tarragona el 8 de marzo de 1239, en el que el noble autoriza la colonización a 54 nuevos vecinos y concede heredades con 60 jovadas de jardines, tierras cultivadas, yermas, aguas y canalizaciones, pastos, bosques zonas de caza, construcciones y caminos y 54 casas. También el amurallamiento del lugar en el área, hasta hoy no categóricamente identificada, de la alquería de Benimahomet. El conde recibió por ella un pago de 1.067 sueldos barceloneses. Para la anécdota cabe señalar que fueron seis los repartidores y 54 los colonos a quienes se otorgaron tierras, que tuvieron jurisdicción fiscal y administrativa aparte de las de Fadrell, lo que ocasionó pleitos por cuestiones de límites, riegos o cultivos. H

*Cronista oficial de Castellón