Quién dijo que la tauromaquia no tiene seguidores entre los más pequeños de la casa? Hugo Ferrer Ripollés es el vivo ejemplo de que la afición por el toreo no entiende de edades. Su pasión es tal que con apenas 13 años ha recorrido las principales plazas españolas para ver a su ídolo, Andrés Roca Rey.

Muchos de sus amigos tienen como referentes a las estrellas del deporte rey. Por su parte, Hugo, si bien confiesa que también le gusta el fútbol, a la hora de escoger referente lo tiene claro, el diestro peruano. Sin dudarlo.

El joven vecino de Cinctorres sigue con ilusión la temporada taurina y domina a la perfección todo el ritual de la lidia. Pese a su juventud, analiza en toda su magnitud el desarrollo del festejo y se fija con atención a todas las suertes que ejecutan los toreros. «Me gusta seguirlo por la televisión, pero lo que más me agrada es ir a la plaza, verlo allí en directo me emociona», admite.

La primera vez que acudió a un coso taurino fue, con diez años, en la Feria de la Magdalena del 2016. Aquel día vio torear por primera vez al torero peruano y desde entonces lo sigue con entusiasmo: «Le pedí a mi padre que lo quería volver a ver y hemos ido a muchas plazas». Desde esa fecha mágica, ha estado en Las Ventas, en Madrid, el templo taurino por antonomasia.

También ha disfrutado de las faenas de Roca Rey en la feria de San Fermín en Pamplona. Y la última vez que lo vio lidiar fue, hace unos días, durante la feria de Fallas en València. Sobre la forma de torear que tanto le gusta destaca que «se los ajusta mucho y lo hace muy bien, cuando se lo pasa por la espalda es soberbio». Hugo Ferrer conserva todos los recuerdos de sus viajes, tiene fotos de las plazas, guarda con mimo las entradas y recientemente se ha comprado un capote para practicar y en el que, como los grandes maestros, ha estampado su nombre.

Ahora, ya espera la próxima ocasión para ver a su torero favorito. Y ya tiene comprada la entrada para disfrutar de nuevo. Será el 29 de marzo cuando el maestro se enfrente en el albero a los de Juan Pedro Domecq, en un cartel que comparte con El Fandi y Manzanares. «Espero que él esté bien, que lidie dos buenos toros y pueda salir por la puerta grande», manifiesta.

A Hugo, además, le queda una espina que espera sacarse en Castellón, hacerse una foto con el maestro. «Lo he intentado varias veces. En Pamplona esperé dos horas a su salida, pero no lo pude ver, me gustaría conocerlo», dice.

¿Torero en el futuro?

La afición es compartida con su padre, que es quien lo lleva a ver las corridas. La pasión, no obstante, acaba cuando Hugo habla de su futuro. Y es que el pequeño de la casa no descarta ser matador de toros, y aquí es cuando sus progenitores no comparten las mismas ideas que él. «A mí me gustaría ser torero, me encanta, pero mis padres padecerían demasiado, no les gusta nada que lo diga», asegura. Ahora solo queda desearle ¡mucha suerte maestro!, como se diría en el argot taurino.

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