Me gusta especialmente en estío el agua cebada, que une a su excelente sabor, remembranzas entrañables de luengo calendario, que la convierten en un refresco no solo grato al paladar, sino al instinto y al sentimiento. El miércoles degustaba un vaso en compañía del buen amigo y admirado escritor (ahora también pintor de elogiables recursos y perspicaz magín) Toni Albalat en una horchatería sita frente al carismático instituto Francisco Ribalta, cuando se nos acercó un apreciado compañero en las aulas del centenario centro, que no era otro que Ramón Córdoba, quien nos hizo entrega de un ejemplar, recién editado, del que es autor, sobre los poemas ganadores de los premios Octubre en el último tercio del siglo XX, que como es sabido son de los más prestigiosos que se otorgan en lengua catalana.

La obra me pareció oportuna, interesante y relevante por el tema abordado y sobre todo muy bien concebida, dado el análisis escrupuloso, perspicaz, intuitivo y personal que cuaja de las obras galardonadas. Córdoba lleva a cabo, en los preliminares, un estudio histórico de cuanto supone la lírica en el País Valenciano y del papel de los premios literarios en la potenciación de la literatura vernácula y muy en particular en el significativo papel que aportaron los «Octubre» de Edicions Tres i Quatre en sus modalidades de ensayo, periodismo, narrativa y poesía. Daba la casualidad de que mi contertulio Antoni Albalat había sido uno de los ganadores y ello incrementaba la ilusión y la oportunidad de la entrega. Agua cebada, amistad y la mejor literatura de nuestra tierra. Mejor imposible.

*Cronista oficial de Castelló