Un ayuntamiento no se gestiona a gritos. Ni con peleas. Ni con riñas de patio de colegio. Ni con insultos. Lo ocurrido esta semana en los consistorios de Burriana y Vinaròs es lamentable, triste y vergonzoso.

En Burriana, según contó este diario, los ediles Navarro y Rius se reunieron con la alcaldesa Sanfont en un despacho cercano a la zona de Alcaldía y tuvieron una bronca de padre y muy señor mío. Todo aquel que subía o bajaba las escaleras del Ayuntamiento podía oír la trifulca. Y así, la imagen de unidad y concordia en el equipo de gobierno se fue por el retrete.

Un equipo de gobierno puede tener diferencias internas. Es obvio. Pero llegar al grito, a la pérdida de papeles y al nerviosismo sin freno es absurdo. Carece de sentido y evidencia una gran frustración.

Por otro lado, el alcalde de Vinaròs, Enric Pla, incómodo con la oposición, llegó a comparar la labor de ésta con la violencia de género, retorciendo hasta la náusea el lenguaje y la inteligencia de propios y extraños.

La oposición, sea del color que sea, hace oposición. Y el gobierno, gobierna. Comparar este juego democrático con un delito, con un drama social, porque se tiene la piel más fina que el papel de fumar solo evidencia una gran falta de carisma, de envergadura política, de talante y de bemoles.

*Escritor