La corrupción aparece en todas las encuestas como una de las mayores preocupaciones de los españoles, a poca distancia del paro y de la situación económica. Pero cuando toca votar, parece que ya no hay tanta indignación o que la corrupción de los nuestros es menos corrupción. Lo cierto es que en nuestra querida Comunitat Valenciana se ha dado la victoria al partido con más casos de corrupción por metro cuadrado, sin haber devuelto el dinero. ¡Premio!

Los votantes no castigan la corrupción. Nos consolamos diciendo que no somos especiales, que también pasa lo mismo en otros países. Pero en ningún país europeo ha sido tan grave la situación. Aquí, con el argumento del “todos son iguales”, el voto del miedo sofocó todo correctivo a la corrupción: primero había que asegurar las pensiones y los ahorros. El voto del amor, sin embargo, no funcionó: muchos prefirieron ir a la playa o a la piscina en vez de asaltar los cielos. Aún no han aprendido una lección básica: puestos a elegir populismos, el famoso pueblo prefiere los ya conocidos. Si hubiera pactos, el primero debería ser para solucionar esta carcoma democrática. ¿Se lo creen?

Lo más curioso, por decirlo suavemente, es cómo se manipula y engaña al personal, por ejemplo cómo se aseguran las pensiones. Entre saltito y saltito de júbilo en el balcón, se retiraban de nuevo 8.700 millones de euros de la caja de pensiones, parte de ellos para pagar bonificaciones a las empresas, la mayoría por contratos precarios. Excelente forma de garantizar las pensiones. Y van 41.639 millones.

No se preocupen, ya quedan pocos en la reserva, les sobra tiempo para dejarla vacía. H