Posiblemente el Santo Grial --eje central de la novela ganadora del Premio Planeta, El fuego invisble, de Javier Sierra-- no se encuentre en Els Ports o en Vinaròs, pero no cabe la menor duda de que los paisajes de la provincia de Castellón, que permanecen en el subconsciente del escritor como vivencias de antaño, le han inspirado para articular una obra «centrada en el poder de la palabra». «Lo que esconden las palabras», como no se cansa de repetir el escritor desde que obtuvo el pasado domingo el galardón de las letras españolas con mayor dotación económica (601.000 euros).

Pero Sierra no oculta ni tapa sus ancestros que se anclan en Xiva, hoy pedanía de Morella, y que llegó a ser municipio independiente hasta su incorporación a la ciudad fidel, fortis et prudens, de donde es su madre, y en la propia capital de Els Ports, donde su abuelo tenía una joyería en la calle Segura Barreda. La familia tenía el apodo de Casa Cagaciris. Y por las calles de Morella y Xiva jugó Javier hasta que fue a vivir a Vinaròs, donde estudió BUP, y llegó a colaborar en Radio Nueva (el chico apuntaba maneras en lo de juntar letras y dar el valor exacto a los vocablos). Más vivencias, más anclajes con la provincia de Castellón, más palabras que traslucen origen y, a la vez, sentido.

Y han sido muchas las ocasiones en las que, desde su éxodo buscando las aventuras literarias, aunque primero como periodista esotérico y, después escritor superventas, ha regresado a este paisaje familiar del que no puede escapar (ya lo dice Café Quijano en una de sus canciones: lo bueno del pasado es que no lo puedes negar). Siempre que vuelve, lo hace con orgullo. En el 2014, en Morella, durante su visita para presentar su libro El maestro del Prado, aseguró que regresaba al lugar de donde viene. «De mis orígenes», resaltaba.

Por otra parte, también en Castellón capital, Sierra citó a sus ancestros. Estuvo en la Fundació Caixa Castelló para hablar de sus novelas en el 2011 y 2013. Unas apreciadas estancias en las que el flamante ganador del Planeta vislumbraba ese universo de misterio y acción de sus obras, clarividentes y alambicadas, poliédricas y singulares.

Jornada vertiginosa

Y hasta la propia esposa de Sierra, Eva, una dulce y alegre andaluza de raíces cordobesistas y malacitanas (Córdoba, la sultana, y Málaga, la de los Verdiales), aseguraba ayer a Mediterráneo en una jornada vertiginosa pospremio, «la satisfacción que siente Javier de sus años vividos en Morella y Vinaròs».

Años de aprendizaje, de crecimiento, de formación, de experimentación, y que, indudablemente, se encuentran en el sustrato de una obra literaria que avanza hacia el futuro. El Santo Grial, posiblemente, no está en Els Ports ni en Vinaròs, pero sí que esta tierra de roquedal y mar permanece en el corazón del 66º literato galardonado con el Premio Planeta, Javier Sierra.

vcornelles@epmediterraneo.com