Continúo con el asunto de la carta de puebla de Castellón, a petición de algunos lectores que se han interesado en este tema, sobre el que escribí la semana pasada en esta columna del periódico, significando que el infante Nuño Sancho concedió el primer privilegio poblacional a la naciente villa de Castellón en el año 1239.

Supone el inolvidable José Sánchez Adell, con muy buen criterio, que la ubicación de la alquería de Benimahomet, primitivo núcleo de asentamiento castellonense, estuvo en la vecindad de la Fuente de la Reina y justifica su muy plausible apreciación, en el testimonio de Martín de Viciana, quien en su Crónica de 1564, al hablar de los orígenes de Castellón, cita el manantial y ubica en su contorno la presencia de «edificios arruinados que en su momento fueron de harta importancia». Por otra parte, mi relevante antecesor aduce la presencia de textos en los «Llibres de la peyta» (o de los impuestos locales), en los que se hace mención de una «Vila vella» y un camino que daba acceso a ella. La cita de Viciana hace suponer que esos edificios fueron la primitiva colonización de Castellón, un lugar de una cierta agrupación de pequeñas propiedades y casas, que los poderes públicos animaron para asegurar el rendimiento de la tierra, origen de los tributos señoriales.

Qué lástima que las roturaciones y cultivos hayan hecho desaparecer los restos constructivos de los que hablaba el ilustre cronista de Burriana, porque ello nos hubiera dado una referencia cardinal del primer poblamiento de nuestra ciudad.

*Cronista oficial de Castellón