Hay muchísimas cosas que ni sé ni entiendo, aunque nunca me atreveré a emular al sabio griego en la socrática frase del «solo sé que no sé nada» porque entonces lo sabría casi todo. Y lo digo porque veo, escucho o leo noticias de una privacidad proverbial: intimidades --falsas o verdaderas--, expuestas públicamente para que todo el mundo las conozca. ¿Qué me van y qué me vienen las rupturas, separaciones de personajes o personajillos, vida familiar que acapara la presencia de innumerables espectadores? Nada, aunque siempre queda el recurso personal de desconectar la fuente. Y es verdad, pero también es interesante «conocer» la realidad social, aunque en este caso sea moralmente indignante, la mayoría de las veces, puesta en escena por contertulios, que supongo deberán obtener pingües beneficios por sus animadas conversaciones.

Lo que más me sorprende es la audiencia que tienen. Mis «fuentes» me dicen que es la comidilla de ciertas reuniones como en peluquerías, tiendas, lugares de esparcimiento, etc. Conocen a los protagonistas como si fueran de la familia, de su familia. Y hablan de sus intimidades, enfermedades, corrupciones, mientras los protagonistas engrosan sus cuentas y su popularidad ganada a golpes de efecto. A la par el África es cada día más negra y muchos países cambian también de color. Y el agua de los polos se derrite… Y algunos también.

*Profesor