Uno de los asuntos sobre los que más tiempo invierto en la definición del modelo de negocio para una empresa es en la identificación del usuario y del cliente objetivo al que queremos dirigirnos, requiere de un análisis que debe dar como resultado un perfil detallado, identificado con una persona concreta a la que aconsejo, incluso, poner un nombre.

Este ejercicio permite interiorizar al cliente como alguien cercano e identificar sus necesidades de manera más sencilla.

En ocasiones, me encuentro en mi casa haciendo el ejercicio inverso, es decir, sobre un anuncio publicitario en televisión intento discernir a qué tipología de cliente se quiere llegar y qué cualidades debería tener el producto para satisfacer sus necesidades.

Se trata de un ejercicio muy instructivo porque permite vislumbrar nuevas líneas de negocio y descubrir tendencias para el futuro, así como aprender de los errores ajenos: anuncios mal enfocados o productos cuyo valor es solo el marketing asociado.

De los últimos que he visto, el de Hacienda me resulta incongruente: una campaña de concienciación solidaria dirigida ¿a quién? ¿A la clase media asfixiada y exhausta por la tremenda presión fiscal a la que se ve sometida? Es innecesario, al ser una población cautiva por cuanto sus ingresos suelen provenir de una nómina. ¿A las rentas altas y grandes fortunas? Ya estamos viendo en prensa lo poco influenciables que son a este tipo de campañas.

A todas luces se trata de marketing político, maquillaje electoralista que ya no cuela. “Hacienda somos todos es solo publicidad”, dijo Dolores Ripoll, representante de la Abogacía del Estado durante el juicio por el caso Nóos.

Real como la vida misma. H