En algo menos de un mes se me han ido dos grandes amigos con quienes compartí afanes castelloneros. Dos amigos entrañables con más de sesenta años de vínculo, que se dice pronto, pero no se les olvida nunca: Rafael Lloret y ahora Antonio Rodrigo, Toni de Cuc. A mis cinco y seis años ya estaba yo harto de pisar escenarios. Mi padre dirigía en Castelló el TOAR, un grupo teatral de aficionados que llevaron a cabo innumerables representaciones de toda índole. Allí entre un amplio grupo de jóvenes, estaba Antonio Rodrigo.

Fornido, con pinta noble, simpático, ingenioso, excelente actor y mejor bajo de poderosa y rotunda voz. Y ambos nos fuimos haciendo mayores. El TOAR se acabó, pero la amistad persistió y se fue haciendo más intensa. Toni siguió enfrascado en múltiples actividades culturales; como báculo robusto en el registro grave de la coral Ripollés, pero sobre todo como excelente escritor, continuando la saga costumbrista local de los Guinot, Carreras, Barberá, Ribés... y publicando deliciosos libros de costumbres locales, con elegante prosa y gracioso casticismo. Toni escribía como era.

Con dignidad, afectuoso amor por su tierra, bien razonada crítica, conocimiento de causa y narrativa directa y diáfana como su diálogo, siempre entrañable y sazonado. Tengo en mente nuestras muchas conversaciones y la remembranza de su singular hombría de bien.H

*Cronista Oficial de Castelló