Todas las personas tienen derecho a trabajar, aunque tengan alguna discapacidad intelectual o física. Con esta premisa, la Fundación Síndrome de Down de Castellón organizó ayer la iniciativa, Plaza Santa Clara por la Integración Laboral ideada por el departamento de Formación y Empleo de la entidad. La actividad contó con la colaboración de hasta 20 establecimientos del centro de la ciudad, entre tiendas, bares y cafeterías.

Tras el aparador o tras la barra, los alumnos de la entidad realizaron las tareas propias del puesto de trabajo: sirviendo un café atentamente a los clientes desde buena mañana, atendiendo a clientes en sus peticiones, tomando nota de un pedido para la cocina, y, en definitiva, ejerciendo su rol profesional como cualquier trabajador. Y, cara a reconocer la implicación de estos establecimientos, este año se les han entregado un distintivo que acredita la colaboración. Una pegatina que servirá para que los clientes sepan qué negocios son socialmente responsables y apoyan la inclusión laboral de personas con discapacidad intelectual.

La Fundación Síndrome de Down de Castellón lleva más de 11 años desarrollando iniciativas que favorecen la integración laboral y, por ello, actualmente, unos 40 jóvenes con síndrome de Down y/o discapacidad intelectual están trabajando en empresas y entidades de la provincia. En lo que va de año, se han incorporado al programa seis personas en varias empresas y se espera que cara a la campaña de verano el número de contrataciones aumente, sobre todo, en puestos del sector servicios.

Más oportunidades

Desde la Fundación se recuerda que, a pesar de que cada vez son más las empresas que gracias a sus políticas de responsabilidad social se interesan y ponen en marcha proyectos de integración laboral, todavía existe una gran parte que no lo hacen, ya sea por falta de información, prejuicios y estereotipos o simplemente por desconocimiento sobre las capacidades del colectivo.

Actualmente, de las más de 23.000 personas con síndrome de Down en edad de trabajar que hay en España, al 95% nunca se le ha dado la oportunidad de demostrar su valía. «Una realidad que limita las posibilidades del colectivo y supone una seria traba a sus aspiraciones de mejorar su autonomía y llevar una vida lo más plena e independiente posible», apuntan.