Ya manda. Juan Ripollés, el pintor castellonense más internacional, ya fue en el 2012 el primer artista occidental en adentrarse en el mar de la cultura china, y ahora, cuatro años después, ha consolidado su presencia en el gigante asiático, donde despliega su figuración naif, colorista y llena de elementos propios de la naturaleza, y las traspasa a la vecina Taiwán, donde viaja hoy mismo para recrear sus paisajes a través de su particular mirada. En total, ocho exposiciones de gran formato.

Ripollés se cotiza «al alza» en Asia. Y es allí donde desenfunda las artes de su particular universo, que, bajo ese mismo nombre, Universo Ripollés, abanderó la presencia de la cultura española en China, en diferentes escenarios que, de frontera a frontera, delimitan una vasta y milenaria tradición que él toma y aúna con la suya propia. En este viaje, el castellonense pasa por Pekín, Shangái, Wan-Zu y, entre la puerta de entrada a la ruta de la seda, se adentra en el desierto del Gobi, que, dice, le hace «sentir libre». A partir de hoy, salta a Taiwán, a la selva, donde anclará su estudio en un pequeño pueblo «maravilloso». Quiere reinar en el ancestral arte de la porcelana, un material que en Asia es tan venerado con frágil, y es por ello que se ha preparado para «crear figuras en varios formatos». «Empecé como una curiosidad con la porcelana y ahora ya se ha convertido en una pasión; es un material precioso, como el oro», señaló Ripollés. Ahora, en Taiwán, también hará escultura, con diferentes materiales, desde resina a bronce e hierro. Allí tiene programada una exposición antológica, individual y retrospectiva, en la galería Yi Yuan Ho de Kaohsiung, entre otros epicentros artísticos.

«POR LA CALLE, ME PARAN» // El carismático Ripollés es ya toda una autoridad, y una celebridad allí por donde pasa. «En pleno Pekín, con millones de habitantes, la gente me para por la calle y me saluda a su modo», explicaba antes de marcharse. Una vez allí, la «influencia de lo que veo, de lo que oigo, lo que siento, es inevitable». «A ellos, Occidente les atrapa, los cambia, pero es una corriente de dos direcciones. Yo me siento un productor de libertad». Y cita a Gauguin, y Haití; a Bracque, a Picasso y a Matisse, y sus viajes, capitales en su arte... «Siempre das, pero también recibes», cuenta el pintor.

Es su cuarto viaje a China, el segundo a Taiwán. Y, de nuevo, con una agenda repleta de exposiciones. Una de las más importantes de su currículo fue la que hizo en Jinan, en el Museo Shandongshang Bowugan, con más de un millón de visitas al año y uno de los epicentros de la cultura china. Ahora repite escenario, además del World Art Museum de Pekín, y suma otros siete por todo el país. Ripollés ha traspasado la Gran Muralla China, tendiendo puentes creativos entre Castellón y Pekín, Jinan o Shandong, que atraen hasta el Mas de Flors a coleccionistas asiáticos, en un turismo cultural. H

cgarcia@epmediterraneo.com