Los últimos datos sobre el crecimiento en la eurozona arrojan cifras preocupantes que evidencian síntomas claros de estancamiento tal y como refleja la evolución del PIB del segundo trimestre que ascendió al 0,3%, justo la mitad que el periodo anterior.

Resulta complicado generar expectativas positivas en la zona euro si economías como la francesa o la italiana evidencian síntomas de agotamiento con crecimientos nulos; solo España se salva de la tendencia europea y ofrece una expansión del PIB del 0,8% igualando el dato recogido en el primer trimestre. Sin embargo, el dato más llamativo, por su evolución negativa e importancia subyacente, es el Índice de Gestores de Compras (PMI) que el pasado agosto alcanzó su peor dato del último año y medio situándose en los 52,9 puntos.

La importancia de este índice reside en su elaboración a través de encuestas realizadas a directivos de compras y ejecutivos de miles de empresas en relación a su situación y expectativas futuras vinculadas con pedidos, producción, ocupación, etc.

Históricamente su evolución ha marcado de manera anticipada la tendencia futura de la economía y actúa, en cierto modo, como evaluador de la salud económica de un país. Así, si un índice se encuentra por debajo de 50 puntos evidencia un escenario cercano a una fase de contracción económica y resulta preocupante la proximidad del índice actual a dicho límite.

Ha llegado, sin duda, la hora de las reformas estructurales, de las políticas fiscales expansivas y aquí reside el problema, pues son competencia de los gobiernos de cada uno de los estados miembros y aquí cada cual tiene sus propios problemas. H