Hay una asociación castellonense, CEVA (Col·lectiu d’Escriptors de la Comunitat Valenciana), que programa ahora unas sesiones sobre el saber de los masoveros, o si se quiere, sobre su sabiduría. El cursillo promete ser interesante, pues, sobre todo, sorprende la agilidad mental y la gracia de la que llamamos gente rústica, gente de campo, que, no obstante, constituye una visión del mundo (lo que los alemanes llaman Weltansaaung) diferente, pero interesante.

En nuestras correrías por la provincia hemos recogido ejemplos, algunos anecdóticos, aunque siempre con un trasfondo inteligente y gracioso.

UN FORASTERO llega a la masía y encuentra a una señora barriendo la calle en vísperas de las fiestas del pueblo y pregunta: «Escolte, dona, ací fan bous?» Y la señora, sin arredrarse, responde: «No, senyor, no, ací ja els porten fets…» Y siguió barriendo.

Estando en una masía del Maestrat me lo contaron: una visita se alarga inoportunamente en una familia de procedencia turolense. El ama de casa, la masovera, mientras los visitantes hablan con su marido, recurre a los procedimientos tradicionales de desahucio de este tipo de visitas: en la cocina pone la escoba del revés --procedimiento casi infalible--, pero el matrimonio no se va. Ante el fracaso ritual, recurre a la lógica de la transferencia: «José --le dice a su marido--, tendremos que irnos a dormir porque estos señores seguramente tendrán sueño». Así resolvió ingeniosamente la situación. ¿Sabiduría?

*Profesor