El castellano, también llamado español allende nuestras fronteras, es el segundo idioma del mundo, con casi 500 millones de hablantes. En España gozamos de varias lenguas regionales, señas de identidad de sus territorios, que nos aportan riqueza cultural.

El art. 3 de la CE dice: «1. El castellano es la lengua española oficial del Estado. Todos los españoles tienen el deber de conocerla y el derecho a usarla. 2. Las demás lenguas españolas serán también oficiales en las respectivas Comunidades Autónomas de acuerdo con sus Estatutos». Declara la cooficialidad del idioma local y del castellano. Así el art. 6 de nuestro Estatuto con el idioma valenciano.

Todo lo cual es bastante lógico. Lo que no lo es, es la utilización torticera de la lengua autóctona para suprimir el castellano, con una visión localista que solo empobrece a los afectados y que conduce a situaciones tan desastrosas como la que hoy ocurre en Cataluña. Allí la intolerancia, el sectarismo y el adoctrinamiento de los nazionalistas campan por sus anchas.

Y esa vía es la que sigue el Consell valenciano que parece querer suprimir el español y se olvida de la cooficialidad. Todo ha de ser solo en valenciano, con cientos de colegios que no dan ni una hora en castellano, y todos los nombres de calles o localidades, incluso la información de las administraciones, todo en la nostra llengua. Que además está dejando de ser nostra para ser cada vez más la de nuestros vecinos del norte. Hace falta ya una ley que defienda el castellano y que permita que se pueda usar en toda España, como dice la Constitución.

*Notario